Explotación de materia prima
Explotación de materia prima
La economía del conocimiento resulta más efectiva por su condición innata de generación de empleo, así como por la muy superior rentabilidad asociada con su operación.
Por: EDUARDO BEHRENTZ. Se encuentra ampliamente documentado que en el actual mundo globalizado la economía del conocimiento y el valor agregado es la principal fuente de desarrollo y de mejoramiento de ingresos de la población. Este concepto aún no llega a nuestro país, en donde seguimos enredados en debates asociados con licencias ambientales para la explotación de recursos naturales, o en la forma de subsidiar actividades agrícolas en las que el costo de producción supera el valor comercial de los productos.
La economía del conocimiento resulta más efectiva por su condición innata de generación de empleo, así como por la muy superior rentabilidad asociada con su operación. Es también una estrategia de sostenibilidad, dado que implica características profesionales sofisticadas del sector productivo, así como la aplicación de los principios de innovación y mejoramiento permanente.
En contraste, en una economía primaria como la nuestra, basada en la explotación de recursos naturales como el petróleo, los metales preciosos y el café, solo se logran beneficios a corto plazo y no se avanza en mejorar la capacidad productiva ni la competitividad del país.
La reciente crisis del sector cafetero sirve de referencia para esta discusión, en donde hemos recordado que, mientras una libra de café en el mercado internacional vale menos de 1,5 dólares (de los cuales el caficultor de nuestras montañas recibe poco más de la mitad), una taza de café en una tienda Starbucks de alguna ciudad norteamericana puede costar más de 3 dólares. Dado que para la preparación de la misma solo se requiere agua y alrededor de una onza del grano, el dueño de la tienda en referencia multiplica por 50 el valor de la materia prima del producto que comercializa.
Este ejemplo representa una lección de la mayor importancia. ¿Cuál actividad económica resulta más estratégica y efectiva? ¿Le va mejor al caficultor de nuestras montañas o al dueño de un local que genera un valor agregado del 5.000 por ciento a la materia prima que utiliza gracias a una sofisticada estrategia de mercadeo y de generación de hábitos en su población objetivo?
Mientras que medio millón de familias colombianas se reparten el beneficio de vender unas 500.000 toneladas de café (lo que equivale a unos cuantos millones de pesos al año por familia), la empresa Starbucks vende 12.000 millones de dólares anuales. Ejemplos similares se pueden citar para otros sectores enfocados en la explotación de materias primas que terceros países utilizan como insumos para generar productos de mayor valor comercial.
Lo anterior significa que, si bien no debemos ignorar ni dejar de aprovechar nuestras riquezas naturales (ni mucho menos olvidarnos del campesinado colombiano), no parece sabio ni consistente con la realidad económica internacional seguir dependiendo de ellas. Ninguna de las naciones que hoy conforman el club de las economías más avanzadas logró su desarrollo a partir de la explotación de recursos naturales propios. Como mínima meta en este sentido deberíamos buscar los mecanismos para que seamos nosotros mismos quienes comercialicemos y demos valor agregado a los productos que se derivan de nuestro patrimonio ambiental.
El primer paso en esta dirección es volver la calidad de la educación pública la principal prioridad del Estado, para así estar en capacidad de formar una verdadera clase empresarial y dirigente. El dilema es al mismo tiempo fácil de plantear y difícil de resolver: o nos ponemos serios en la formación y educación de los ciudadanos del futuro, o nos condenamos a seguir viviendo en una sociedad subdesarrollada.
Eduardo Behrentz
@behrentz
Fuente: eltiempo.com