07/09/027. La estigmatización del sector y la exigua educación geológica a edades tempranas ha provocado un déficit de profesionales en España, dependiente en materiales críticos.
Ulpiano Cano (26 años) estudió Geología en la Universidad de Salamanca de milagro. Cuando era pequeño le fascinaban las lecciones del colegio en las que descubrían el funcionamiento de las placas tectónicas y los distintos tipos de minerales. Sin embargo, después de esas clases introductorias, la geología desapareció de su vida y no volvió hasta los días en los que intentaba decidir lo que quería estudiar. “No me convencía nada de lo que veía a mi alrededor. Hasta que me crucé con el hijo de un amigo de mis padres, que había estudiado Geología”, rememora. Empezó a darle vueltas a esa opción extraña hasta que se decidió. “Me metí un poco a ciegas”, reconoce. Ahora está terminando un máster especializado en exploración de hidrocarburos y minería en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Cuando termine sus estudios, lo más probable es que no le cueste mucho encontrar trabajo. El sector minero en España —y la geología en general— tiene un déficit de profesionales que han constatado todos los expertos que han hablado con EL PAÍS para este reportaje. No hay datos concretos sobre las vacantes que han quedado sin cubrir en las empresas que operan en este sector, pero sus profesionales llevan años viviendo en la escasez. Las causas que intentan explicar el problema son variadas. Alfonso Muñoz, catedrático de Geología en la UCM, apunta una: “Hace 20 años, Europa decidió que la minería era una cosa vieja y sucia y la condenamos al olvido. Ahora nos estamos dando cuenta de que somos absolutamente dependientes de terceros países para abastecernos”, lamenta.
La demanda actual de profesionales en la minería, asegura Muñoz, se divide en dos vertientes. Por un lado, la exploración y extracción de recursos minerales estratégicos para otras industrias, especialmente las que son intensivas en tecnología. Por el otro, están los trabajos que tienen que ver con el control ambiental de la explotación —asegurar que se cumple la normativa vigente— y comprobar que los trabajadores realizan su labor con el máximo nivel de seguridad.
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